martes, 27 de septiembre de 2016

TEGUERGUENCHE, TIERRA DE ADIVINOS Y PAN SEMBRAR


Mesa de Teguerguenche
Amanece en La Calera -Valle Gran Rey, isla de La Gomera- enclave situado en la desembocadura del imponente valle de Gran Rey, esa abrupta depresión rodeada de riscos y paredones, con laderas adaptadas mediante bancales para el cultivo, ímprobo trabajo del campesino a lo largo de muchas generaciones, parcialmente ocupados por abundantes palmerales que marcan la idiosincrasia paisajística de todo el ámbito y que tanto impresionan al visitante.  

El núcleo urbano de La Calera, uno de los caseríos principales de Valle Gran Rey,  se encuentra a los pies de dos grandes promontorios, La Mérica y Teguerguenche, que se elevan más de 700 metros desde su base.  Estos riscos en realidad son parte de los interfluvios que delimitan el valle, que se ensanchan y “amesetan” en su tramo final.  

Núcleo de La Calera desde lo alto de la Mesa de Teguerguenche
La mesa de Teguerguenche es el destino marcado, una ruta que destila encanto, leyendas y, sobre todo, donde se infiere el esfuerzo por la supervivencia de sus moradores en un pasado no tan lejano que, a base de sangre, sudor y lágrimas, lograron producir alimentos en lugares casi inverosímiles y muy alejados de los caseríos y principales poblaciones de la isla.  

Valle Gran Rey
Bien pertrechado y con fuerzas, espera una larga y dura  subida por el camino de Los Reyes -que actualmente se adscribe a un tramo del sendero GR-132, sendero Circular de Gran Recorrido que rodea la isla- hasta salvar el risco por la degollada que marca el paso hacia el Barranco de Argaga.

Durante el ascenso no dejan de sorprender las imponentes vistas de un valle lleno de matices, conforme me voy alejando del cauce, y esa gran depresión esculpida durante millones de años por los agentes erosivos se manifiesta en toda su amplitud. Una vez salvado el gran escollo orográfico y llegado a la degollada,  se nos presenta, desde lo alto, el citado Barranco de Argaga y su cabecera, otra joya de la geología y del paisaje insular. Desde este punto se ha de abandonar el sendero GR-132 y tomar la ruta no señalizada de la Montaña del Adivino -en dirección hacia la costa-, antesala de la mesa o lomada de Teguerguenche.  
A lo largo del recorrido nos sentiremos observados

A Teguerguenche también puede accederse, en un recorrido de menor dificultad, desde la Ermita de Guará, pequeño templo donde se venera  a la Virgen de Guadalupe, próxima al núcleo de Gerián, cercano a Chipude. 



EL BARRANCO DE ARGAGA



Bancales derruidos junto al cauce del barranco
Para un observador no iniciado o visitante eventual, este espacio sin ocupación humana, libre de casas y edificios ni huellas conspicuas de civilización, lo podrá percibir como un magnífico ejemplo de paisaje “natural”. Sin embargo, si hacemos una prospección minuciosa y una lectura del paisaje, veremos muchas “huellas” que nos hablan de un espacio con una impronta humana secular, detectando algunas estructuras y muchos restos de aprovechamientos de recursos en su seno. Si bien todo ese modus vivendi forjado en torno a este barranco forma parte ya de tiempos pretéritos. De este modo, toda esta cuenca de Argaga debe contemplarse como un espacio donde han coexistido, en cierto modo en coevolución, las prístinas formas geológicas y comunidades vegetales potenciales, junto a otros espacios ampliamente transformados y adaptados para el aprovechamiento humano, conformando un paisaje cultural agrario muy característico en todos los barrancos gomeros. 

Bancales derruidos en las laderas de Argaga
Ante nuestros ojos se nos presentan algunos sectores de bancales, parcialmente derruidos casi todos ellos. El abandono agrícola y deterioro de los mismos no sólo supone una pérdida de idiosincrasia cultural y paisajística, sino un daño ecológico de primer orden debido a la pérdida de suelo fértil por erosión.

La población local, consciente de la importancia que ha tenido y que tiene la superficie abancalada en su terruño, muestra ciertos sesgos de nostalgia al hablar de ellos, como así se ha podido inferir a través de la información oral:

“Los bancales antes si se caían cada cual levantaba el suyo, ahora si se cae uno no hay quien lo levante. Andencitos, andencitos, andencitos pa plantar, esos paredones eran andenes pa plantar papa, batata, cebolla, millo y entonces se regaba, la última de allá arriba la acequia de Los Chorros, regaba todo eso… así”.

Dña. Catalina Bello Chinea. (1928-Los Granados)

Palmeral en uno de los meandros que forma el cauce del barranco


Bella estampa del cauce del barranco

Depósito construido junto al cauce del barranco
Pequeños depósitos y tomaderos próximos a los meandros de su cauce nos hablan del aprovechamiento de la escorrentía para el riego. 




Casas-cueva denominadas como Cuevas "Mermejas"
Algunas familias propietarias o arrendatarias de estas tierras llegaron a vivir en el propio barranco, en las casas-cueva que aun hoy se conservan, en mejor o peor estado, en algunos escarpes de la ladera de Gerián.

Este tipo de hábitat se caracteriza por aprovechar oquedades naturales o construidas ex profeso.  “Cuevas Mermejas”, es la agrupación más importante . Se trata de un conjunto de cuevas excavadas en una capa de almagre –material rojizo, arcilloso muy deleznable- bajo un potente estrato de colada basáltica. 

“…Esto se llama La Cueva de Los Riscos Caídos, hay cuevas granditas ahí… Sí, en todas estas cuevas vivía antiguamente la gente de Gerián, también en Las Cuevas de Las Barreras, ahí vivían quince o veinte vecinos, pero allí, en La Veta, encima de El Juaclo ha vivido siempre gente, en lo alto”.


D. Antonio Márquez. (1936-Gerián)


Lagar de Medino
La producción vitivinícola también ha quedado patente en este espacio. Los  restos del antiguo lagar conocido como Casa de Medino, en el curso medio del barranco y también del lagar de Gerián, situado en su entorno, así lo atestiguan.

El estado de conservación del lagar de Medino es ruinoso, conservándose únicamente la piedra, la tina y la viquera, así como la estructura, a modo de casa. El lagar de Medino no posee bodega asociada y un informante local aporta un conocimiento que da que pensar que la importancia del vino en esta zona era de una magnitud mucho mayor de la que nos ha llegado hasta nuestros días.


“…lo llevaban pa la Joya de La Calera y luego lo bajaban por la Joya del Gitano hasta Valle Gran Rey, lo llevaban exprimido de aquí en mosto en foles de cuero de macho y cabra,…, esto está todo perdido, ya esto se acabó”.
                                                                                                      D. Antonio Márquez Chinea. (1936-Gerián)

En definitiva Argaga no deja de ser un libro abierto que nos habla de una constante ”lucha " hombre vs naturaleza por obtener la supervivencia en épocas de obligada autarquía.


LUGAR DE “ADIVINOS”


Prosiguiendo el camino hacia la mesa de Teguerguenche, sorteamos lo que la toponimia y algunas fuentes etnohistóricas, como Torriani o el historiador grancanario Pedro Agustín del Castillo, adscriben a lugar de“adivinos”. Los topónimos de Montaña del Adivino y de  Aguamuje - que significa el adivino, el sabio, hijo del que reza… - así lo testimonian. 

Se presupone que en estos riscos aquellos sabios o adivinos realizaban los ritos para sus predicciones, casi siempre tendentes a saber las coyunturas meteorológicas y llegada de lluvias, una suerte de cabañuelas en definitiva. 



Estructura en la Montaña del Adivino
Otros han apuntado  a Hupalupo como el “adivino”que da nombre a la montaña. Éste fue el padre de Yballa, novia de Huateperche, célebres personajes que intervinieron en la “Rebelión de Los Gomeros” de 1488.

En cualquier caso hablamos de un lugar “sagrado”, venerado por los antiguos gomeros y relacionado posiblemente con ritos de invocación o predicción de lluvias, elemento fundamental para la vida de los habitantes de la isla.





LA MESETA DE TEGUERGUENCHE


Meseta de Teguerguenche y bancales de secano construidos ex profeso para la siembra del cereal
Tras un último tramo de ligera ascensión, y tras sortear la Montaña del Adivino, se presenta ante mis ojos la amplitud de la meseta de Teguerguenche, una gran altiplanicie, en ligera rampa, limitada por altos acantilados. 

Los bancales de secano, terrazas de suave pendiente,  ocupan buena parte del área amesetada,  en ellos muchas generaciones de gomeros cultivaron cereales, principalmente trigo y cebada. La producción cerealística en tiempos pretéritos constituía la base alimentaria y, su excedente, moneda de intercambio.  
Era con piedras hincadas delimitando su perímetro

Algunas eras, con su característico  empedrado, refuerzan el pasado cerealístico de toda la meseta. Allí no sólo se cultivaba, sino que, además, se separaba el grano de la paja, partiendo el grano listo para su destino, venta o trueque. 

“Porque cada cual trillaba allí pa no bajarla pa aquí abajo y se traía el grano limpio. Todo eso se sembraba de trigo y cebada”.

[En referencia a las eras de Teguerguenche]
Dñª. Catalina Bello Chinea. (1928- Los Granados)
Otra de las eras aquí presentes

Detalle del pavimento basáltico enlosado.

Restos de precarias casas  y dependencias para el ganado nos hablan de una secular ocupación estacional de este enclave. 
Antigua vivienda sin la teja de su cubierta y parte de su armazón

Pila principal 
De igual modo, gran significado etnográfico tienen las “pilas” de agua presentes en el lugar. Ingeniosos sistemas para captación y aprovechamiento del agua de lluvia, realizados en los escasos afloramientos rocosos del lugar. Consistían en la identificación de una oquedad natural y su delimitación con grandes losas planas. Es posible que esta praxis provenga de los antiguos gomeros. Estas pilas constituían, además, un indicador sobre las fechas en que había que sembrar, anunciando que el terreno ya se encontraba suficientemente empapado y, por tanto, apto para la siembra.


Detalle de la pila principal aun con agua acumulada. Al fondo las terrazas de cultivo

Otro detalle de la pila


Las magníficas atalayas y vistas que ofrece el lugar constituyen uno de sus mayores activos e incentivos para visitarlo. 


Borbalán, La Puntilla, Vueltas y su puerto desde Teguerguenche
Puerto de Vueltas desde la altura
Vista de La Calera y La Playa desde Teguerguenche
Fortaleza de Chipude desde Teguerguenche . Imponente domo volcánico y lugar sagrado de los gomeros
Costa de Iguala -Vallehermoso- desde Teguerguenche


Por fin cae la tarde, han sido varias horas escrutando la amplitud de tamaño escenario, qué lugar!. Cómo evocan estos espacios solitarios, abiertos y aislados, cada vez más escasos en nuestra geografía insular!. 

Alongado desde una de las muchas atalayas que ofrecen distintas perspectivas del entorno uno se siente privilegiado, aquí no hay estrés y los problemas o inquietudes que cualquier ser humano lleva consigo se minimizan. Valió la pena el esfuerzo del duro camino. 


Toca regresar, pero seguro no será la última vez que pise este lugar! 



VALORACIÓN DEL LUGAR



1 2 3 4 5
VALORES PATRIMONIALES




VALORES PAISAJÍSTICOS




VALORES CIENTÍFICOS




GRADO DE CONSERVACIÓN




CAPACIDAD EVOCADORA







domingo, 25 de septiembre de 2016

TRAS LA HUELLA NORMANDA. SAN MARCIAL DE RUBICÓN, PRIMER ENCLAVE EUROPEO EN EL ATLÁNTICO SUR

Amanece en la Costa de Rubicón, esa llanura arenosa costera de bajos acantilados interrumpidos por playas y calas de rubia arena, situada a los pies del Macizo de Los Ajaches, al Sur del municipio de Yaiza, en la isla de Lanzarote. Cierto es que todo este sector costero constituye unos de los principales reclamos turísticos de esta zona de la isla conejera, por sus conocidas playas como Papagayo, la ciudad turística de Playa Blanca o su gran área de camping, pero pocos conocen la impronta histórica que tuvo este enclave en el devenir de la Conquista y ocupación europea de las islas y su conexión franco-normanda. De manera que, en términos de la historia “moderna” de las islas, podemos afirmar que aquí, en el lugar conocido por San Marcial de Rubicón, “empezó todo”.

Macizo de Los Ajaches, en la costa Sur de Yaiza. Lanzarote

Jean IV de Bethencourt
Dicho enclave fue fundado en 1402, por los nobles franceses Jean de Bethencourt y Gadifer de La Salle, ambos vinculados a los ambientes marineros en los puertos de Le Havre-Grainville y La Rochelle. La zona arqueológica se ubica en la Playa de Los Pozos, junto a un pequeño barranco que desagua en dicha playa. Se trata de un espacio que contiene los vestigios del primer asentamiento permanente creado por los europeos en las Islas Canarias y en el Atlántico Sur, mucho antes que los portugueses siquiera iniciasen la colonización de Madeira, Azores y Cabo Verde y, antes que, por parte castellana, se culmine la conquista y colonización de la totalidad del archipiélago canario.

Motivados por la idealización de aquellos primeros viajes exploratorios a las islas, conocidas como un territorio mítico y poseedor de riquezas fantásticas, sin olvidar el interés por aquel preciado producto que era la orchilla, liquen abundante en casi todas las islas de dónde se obtenía el preciado tinte purpúreo clave para la industria textil y, por tanto, muy demandada por los productores de paños europeos; deciden emprender, a su costa, la exploración y ocupación del Archipiélago, en 1402.  Una exploración colonizadora que al contrario que en las islas de realengo intentó ser un proceso de paz con los indígenas. Aunque tal espíritu, a posteriori, hubo de ser muy matizado.

Partiendo del puerto de La Rochelle y arribando en el denominado Archipiélago de Chinijo el cuerpo expedicionario avistará las costas de Lanzarote y, tras circunvalar la isla, terminan desembarcando e instalándose en estas playas del Sur. Este enclave franco-normando conoció un notable, pero efímero, desarrollo durante el siglo XV, apoyado en sus funciones eclesiásticas, defensivas y portuarias, que favorecieron la atracción de población y propició su desarrollo como asentamiento estable, siendo elevado a la categoría de ciudad en 1404, al convertirse en sede del Obispado Rubicense.

El declive del lugar se produce con el pronto auge que adquiere Teguise, que se convierte en lugar de residencia señorial y que le arrebata la capitalidad política y, más adelante, la conquista de Gran Canaria (1485) y el traslado de la catedral a dicha isla, aunque su función como dispositivo portuario y de aguada se prolongó durante algunas décadas más.

Los elementos constitutivos del asentamiento, se dieron a conocer tras las campañas arqueológicas de 1960 y 1986-88, donde destaca: La torre-fortaleza, la iglesia catedral, los pozos, las viviendas, el cementerio y las zonas fabriles. Toda el área está protegida y declarada Bien de Interés Cultural.

Arco que soporta la bóveda del denominado pozo de "La Cruz"
Los pozos constituyen las piezas arqueológicas mejor conservadas del legado normando en San Marcial. Se sitúan en el cauce del barranco, en un tramo próximo a la antesala de la playa. Cabe destacar dos de ellos, los denominados "San Marcial" y "de la Cruz".

Rampa de acceso al denominado pozo de "San Marcial"
 El primero se compone de dos cámaras y una rampa de acceso, destacando en él elementos como las bóvedas de cañón que cubren dichas cámaras y el arco de medio punto que marca el tránsito a la primera de las mismas. Próximo a éste se ubica el pozo de "La Cruz" que cuenta igualmente con dos accesos: brocal y  rampa, ésta última compuesta de peldaños. En su interior contiene grabados de tradición aborigen, destacando algunos "podomorfos" y la representación de la diosa Tanit, deidad de origen fenicio dedicada al culto del agua.

Brocal del pozo de "La Cruz"



















Respecto a la torre-fortaleza estaba levantada en un pequeño espigón al borde del barranco, con una función de proteger los pozos y el embarcadero. Los restos de su cimentación nos habla de una planta de 6,8 x 6,8 mts, siendo un edificio de dos alturas con un piso intermedio de madera.

La iglesia catedral se situaba al otro lado del barranco, en la margen opuesta a la torre, los únicos datos reseñables que se infieren de sus restos es una planta de 13, 5 de largo por 7 mts. de ancho. También se sabe de los anteriores estudios arqueológicos que la colina donde se sitúa estuvo adecuada mediante escalones excavados en la roca y que hubo un pavimento empedrado en la anteiglesia.

Vista de los pozos construidos por los colonizadores normandos junto a la desembocadura del barranco en la Playa de Los Pozos
Emplazamiento donde descansan los cimientos de la primitiva iglesia-catedral de San Marcial de Rubicón (1402)

Detalle del lugar donde descansan los cimientos de la primitiva iglesia-catedral de San Marcial de Rubicón (1402)
Véase que la elección del emplazamiento no fue baladí. La posición estratégica en una atalaya  con amplias vistas de Fuerteventura y Lobos fue clave, amen de la disponibilidad de recursos hídricos y un accesible punto de embarque.
Aulagas, matos y el sustrato arenoso del jable caracterizan el pasiaje del entorno

La importancia del lugar como zona estratégica y básica para la defensa de la isla queda refrendada con la presencia de elementos como el Castillo o Torre del Águila, situada no muy lejos del enclave de San Marcial, en la costa de Rubicón..




VALORACIÓN DEL LUGAR





BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA


  1. ·        Bonet y Reverón, Buenaventura: Las Islas Canarias y la conquista franco-normanda.
  2. ·        Millares Torres, Agustín. Historia General de Canarias. Tomo II
  3. ·        Serra Ráfols, José C:”La conquista normanda”, en Revista de Historia de Canarias. Año 1960.
  4. ·        Tejera Gaspar, Antonio y Aznar Vallejo, Eduardo: El asentamiento franco-normando de San Marcial de Rubicón.
  5. ·        Serra Ráfols, Elías y Cioranescu, Alejandro: Le Canarien
  6. ·        VVAA: Patrimonio Histórico de Canarias. Lanzarote y Fuerteventura. Gobierno de Canarias

miércoles, 21 de septiembre de 2016

TAGULUCHE DE HERMIGUA. UN ANGOSTO VALLE OLVIDADO EN EL TIEMPO

Restos de tonelería 
Hay lugares que marcan, que cuando se presentan ante los ojos simplemente impresionan, no ya por la espectacularidad de los relieves, o por la belleza intrínseca del mismo, si no por esa sensación de grandeza y soledad que transmiten los grandes espacios poco transitados, casi olvidados, cuyas huellas evocan otro panorama en un pasado no tan lejano. Este es el caso de Taguluche de Hermigua, un recóndito y angosto valle situado en la costa del Parque Natural de Majona, en el noroeste de la isla de La Gomera y cuyo territorio comparten los municipios de San Sebastián de La Gomera y Hermigua.

Ruinas de las Casas de La Soga y acantilados costeros
El acceso a Taguluche se realiza a pie, desde una bifurcación de la pista de Majona a la altura del caserío de El Palmar, a través de un camino que recorta los espectaculares acantilados que caracterizan esta costa.
Una vez nos adentramos en el Valle de Taguluche, bajo el risco de la Joya,  se nos presentan las Casas de la Soga; un conjunto de construcciones de gran interés etnográfico, algunas tristemente en marcado estado de ruina, con parte de sus paramentos y cubiertas derruidas. Se compone de tres edificios de desarrollo lineal que albergan antiguas estancias con lagares, bodegas, almacenes y algunos objetos y bienes muebles de notable valor etnográfico relacionados con el proceso de elaboración, manipulación y almacenamiento del vino, lo que nos evoca unos tiempos de una aparentemente próspera actividad vitivinícola en el lugar.




Inscripción con fecha sobre dintel de una puerta

Risco de la Joya y Casas de La Soga en primer término.
Las construcciones asociadas presentan valores representativos de la edificación rural tradicional de la isla de La Gomera, plasmados en aspectos como la planta de distribución de las edificaciones, los materiales propios del entorno empleados en los muros, los tejados con cubiertas a dos aguas, la distribución simétrica de huecos o el patio frontal parcialmente cerrado por  muros bajos. El entorno de las casas está ocupado por amplias terrazas abancaladas que se extienden hasta el borde del cantil que da al mar, donde otrora se cultivó la viña y otros productos, como higueras, papas y cereales. Esta actividad se mantuvo en auge aproximadamente hasta mediados del siglo XX. En uno de los cuerpos añadidos más recientes de una de las construcciones figura una inscripción con la fecha 1931, lo que da una idea de la época de auge productivo de este enclave. La tradición oral ensalza la fama y aprecio que tuvieron los vinos de Taguluche hasta mediados del pasado siglo, época del declive y abandono del lugar.

Costa acantilada desde el camino de Taguluche















Caserío de Taguluche





Dejando atrás Casas de La Soga un camino nos conduce hacia la cabecera del valle, donde se levanta el caserío de Taguluche, un conjunto de inmuebles que también conservan en su interior un característico lagar con sus diversos elementos, amen que también fueran utilizados con fines de vivienda, como así se aprecia en la distribución de los espacios interiores, con estancias destinadas a cocina o dormitorio.

Estas construcciones están insertas en una amplia ladera abancalada de gran desarrollo altitudinal, limitada por prominentes riscos, conformando un paisaje cultural muy relevante. El conjunto de viviendas se completa con una cueva-habitación utilizada con varios fines.


Edificación con lagar. Caserío de Taguluche


Lagar exterior excavado sobre la tosca
















Pero si hay un aspecto cultural que impresiona, que nos remite a la ímproba capacidad humana para transformar y sacar partido de un  territorio aparentemente hostil es el abancalamiento de todo el valle. Una suerte de "Machu Pichu" de pequeñas terrazas que en su día se destinaron al cultivo y que se suceden desde las cotas más bajas hasta casi tocar los riscos. Simplemente contemplando esas laderas  uno se imagina la dureza y la hazaña de tamaña realización,  en tanto en cuanto fue un trabajo realizado a mano, sin maquinaria, salvando unas pendientes imposibles, transformando un paisaje muy abrupto en un ámbito productivo.                        
Arduo trabajo durante generaciones pusieron en valor estas laderas convirtiéndolas en algo básico para la supervivencia humana de sus pobladores
Detalle de algunas terrazas perfectamente adaptadas a la topografía

Antes de abandonar el lugar son muchas las preguntas que me vienen a mi mente. ¿Cómo revalorizar este entorno en el que el acceso rodado hoy es imposible?.¿Es viable la recuperación de todo ese patrimonio que hoy languidece? y ¿Cómo un lugar tan simbólico como inquietante permanece anónimo para los visitantes?.


   VALORACIÓN DEL LUGAR




ANEXO GRÁFICO- MÁS IMÁGENES DE LAS CASAS DE LA SOGA


Conjunto etnográfico Casas de la Soga






Toneles en uno de los almacenes de las Casas de La Soga.








Estado ruinoso de estos centros de producción de vino.
Lagar interior con todos sus elementos. Casas de La Soga
Viejo recipiente metálico con vertedera

Viejo garrafón forrado de caña
Viejos toneles donde otrora maceraba el vino producido en este valle 

Desde el Patio frontal arriba los riscos de la Degollada de Jue
Otro de los muchos aparejos metálicos que se pueden observar entre las ruinas